En el reflejo de la copa de campeones, tus ojos encuentran más que un trofeo: ven la historia viva de un amor incondicional, de una lucha sin tregua, de una pasión que nunca pidió nada a cambio. Eres tú, el aficionado que nunca falló, el que recorrió kilómetros por su cuenta para ver al Decano jugar, sin subirse jamás al autobús, porque tu compromiso era personal, íntimo, sagrado.
Desde aquel amargo descenso, cuando muchos dudaron y otros se alejaron, tú seguiste firme, dando la cara en los peores momentos, explicando a los socios que, según los estatutos, una moción de censura era posible para devolver el club a manos alhaurinas. No buscabas poder ni reconocimiento; solo querías ver al Alhaurino donde merece estar.
Desde aquel amargo descenso, cuando muchos dudaron y otros se alejaron, tú seguiste firme, dando la cara en los peores momentos, explicando a los socios que, según los estatutos, una moción de censura era posible para devolver el club a manos alhaurinas. No buscabas poder ni reconocimiento; solo querías ver al Alhaurino donde merece estar.
Recordaste con orgullo a aquellos directivos que, en los años 80, se encadenaron ante la puerta de la federación tras una mediación con el ministro de deportes, luchando por la dignidad del club. Y también a quienes, con perseverancia, demostraron en hemerotecas que el Alhaurino tenía derecho al ascenso, porque los precedentes les daban la razón.
El pasado domingo, sin embargo, también se notó la ausencia de aquellos que, en su momento, se vistieron de azulillo pero nunca fueron verdaderamente alhaurinos. Aquellos que etiquetaron a personas como no válidas, pero que el tiempo ha demostrado que son más que capaces de enmendar los tiempos oscuros y llevar la alegría al feudo del CD Alhaurino.
Hoy, bajo la presidencia de Alejandro Rodríguez, el club ha renacido. Se han "limpiado las asas", se ha creado una entidad unida, saneada, con personas llenas de valores que reman en la misma dirección. Gracias a su liderazgo y al esfuerzo colectivo, el Alhaurino ha vuelto a su lugar en la Categoría Nacional, donde siempre debió estar
Este reflejo de felicidad en la copa no es solo un trofeo; es el testimonio de años de reuniones clandestinas, de esfuerzos silenciosos, de una fe inquebrantable en que un club mejor era posible. Es el fruto de tu constancia, de tu amor por unos colores que siempre has llevado con orgullo.
Hoy, el CD Alhaurino no solo celebra un título de campeón y un ascenso; celebra a sus héroes anónimos, a sus fieles incondicionales, a ti. Porque sin tu pasión, sin tu entrega, sin tu voz firme en los momentos de oscuridad, este sueño no habría sido posible. ¡Gracias aficionado por ser el alma del Decano!.