Han pasado once largos años, pero hoy España vuelve a ocupar el lugar que le corresponde en el Olimpo del fútbol: somos el número uno del ranking FIFA. Y yo puedo decir con orgullo que he estado ahí, en cada paso, en cada batalla, en cada estadio donde la Roja se ha dejado la piel por recuperar su trono.
Junto a mi inseparable compañero de viaje, Mario Revilla —alma de la Marea Roja, él con su bombo y yo con mi trompeta— hemos escrito una página que ningún otro aficionado en el planeta puede contar: hemos estado presentes juntos en todos y cada uno de los partidos oficiales de la selección desde las fases previas hasta las tres grandes finales de manera consecutiva en los últimos años.
Todos los partidos, sin faltar a ninguno. Fuimos testigos privilegiados de la Liga de las Naciones 2023, vibramos en la impecable Eurocopa 2024, vivimos la intensidad de la Liga de las Naciones 2025 y seguimos ahí, fieles e incansables, en los primeros capítulos de la clasificación para el Mundial 2026.
Sofía nos vio celebrar un 0-3 contra Bulgaria, y Konya nos retumbó en el alma con un 0-6 ante Turquía. Dos triunfos que no solo sumaron victorias, sino que empujaron a España hacia el cielo del fútbol mundial.
Porque con estos resultados, España ha arrebatado el primer puesto a la todopoderosa Argentina. Hoy la Roja luce en lo más alto con 1.872 puntos FIFA, tras sumar casi 20 más con las últimas victorias. Un botín que nos devuelve al lugar que conquistamos en 2008, 2010 y 2012, y del que fuimos destronados, pero nunca olvidados.
Desde aquel dominio hegemónico, nuestra selección ha vivido altibajos, caídas dolorosas y reconstrucciones necesarias. Pero la esencia, la pasión y la calidad que nos hicieron campeones del mundo siguen intactas. Hoy España no solo es líder en el ranking, hoy es líder en el corazón de millones de aficionados que vuelven a creer que esta generación está hecha para la gloria.
Y aquí estamos Mario y yo, los dos guardianes de la leyenda, los dos aficionados que nunca fallan, que viajan al fin del mundo para estar con su selección. Vivimos algo que pocos pueden soñar: sentir desde la grada, desde el aliento y desde la música, cómo la Roja vuelve a ser la mejor selección del mundo.
Y lo mejor es que esto no termina aquí. Ya miramos al horizonte con ilusión: Elche y Valladolid en octubre, Tiflis y Sevilla en noviembre. Allí estaremos, como siempre, escribiendo otra línea en la historia. Porque la historia de España en los estadios del mundo también se escribe con nosotros. Volvemos a lo más alto. Y nosotros, Mario y yo, somos y seguiremos siendo testigos privilegiados de la afición española.