Quizás lo de ofrecer trofeos a la patrona del municipio, participar en sus ofrendas florales o visitarla con las plantillas al completo sea una tradición compartida por muchos clubes en España. Lo que no todos pueden presumir es de mantener durante tantos años una vinculación tan férrea como para ser nombrados Hermano Mayor Honorario, disputar cada año un trofeo con su nombre y, además, tener el privilegio de recibir una histórica visita hasta su propio feudo.
La unión entre el CD Alhaurino y la Hermandad de la Virgen de Gracia, patrona de Alhaurín el Grande, es total desde los mismos orígenes del club, allá por 1908. Los colores azul y blanco de la indumentaria del Decano no son fruto del azar: evocan el punto más reconocible del municipio, el chapitel cerámico octogonal de la torre campanario de la Iglesia de la Encarnación, coronado de azul en su parte superior y blanco en el cuerpo donde se alojan las campanas, reflejado en la camiseta y pantalón del equipo.
En cada éxito deportivo que ha jalonado la historia del Decano —y han sido muchos, como lo demuestra ser el club que más ascensos a Categoría Nacional ha conseguido en España, con ocho promociones—, la visita a la Parroquia de la Encarnación siempre ha sido un gesto obligado. Plantillas enteras han acudido a los pies de la Virgen para agradecer los logros alcanzados y encomendarse para nuevos retos.
El vínculo institucional se reforzó en 1994 con la creación del prestigioso Trofeo Virgen de Gracia, que este año ha celebrado su XXXII edición ininterrumpida. El CD Alhaurino, como anfitrión, volvió a proclamarse campeón el pasado miércoles tras derrotar por 1-0 al Atlético Malagueño, en un Miguel Fijones vestido de gala.
Pero el momento más emotivo de esta hermandad se vivió hace ahora justo un año cuando, por primera vez en la historia, la Virgen de Gracia visitó el Estadio Miguel Fijones. Fue la procesión más larga jamás realizada con la imagen esculpida por Palma Burgos en 1937, portada por jugadores, directivos, aficionados y personas vinculadas al club. La patrona recorrió el camino desde la Parroquia de la Encarnación hasta el estadio, donde se le construyó una capilla en la entrada del recinto deportivo para recordar aquella jornada irrepetible.
Hoy, bajo la presidencia de Alejandro García, el club mantiene intacta su cita cada agosto con la ofrenda floral, como ocurrió este año. La Virgen fue también testigo de uno de los mayores éxitos recientes: el título de campeón de División de Honor, cuya copa permaneció durante semanas en el altar parroquial, a los pies de la Virgen de Gracia, como señal de gratitud por la fortuna y los logros de la pasada temporada.
La historia de este vínculo no es solo un capítulo más en la vida del Club Decano del Fútbol Malagueño; es una prueba viva de que el CD Alhaurino no entiende su identidad sin su patrona, y que la Virgen de Gracia siempre tendrá un lugar de honor en el corazón azulillo y de todos los alhaurinos.