El Decano tumba al Atlético Malagueño


El CD Alhaurino volvió a dejar claro que, en noches grandes, su historia y su escudo pesan. Con un solitario tanto de Tomé, los azulillos se impusieron por 1-0 al Atlético Malagueño y se proclamaron campeones de la XXXII edición del prestigioso Trofeo Virgen de Gracia, rubricando así una pretemporada que empieza a ilusionar a su afición.

Enfrente, un rival de mayor categoría, con juventud y proyección, que llegaba al Miguel Fijones dispuesto a imponer su ley. Sin embargo, el Decano, con un planteamiento sólido y un trabajo coral impecable, volvió a demostrar que la experiencia, la fe y el carácter son armas letales.

La tarde arrancó con una sorpresa estética: el Alhaurino saltó al césped luciendo la que será su segunda equipación para esta temporada, una camiseta color vino rosado que encandiló a propios y extraños. No era un capricho: este tono hace referencia a uno de los cuarteles del escudo adoptado en 1959, en el que aparece una vid como guiño a la tradición vinícola del municipio desde época romana. El conjunto se completaba con pantalón negro y medias negras, un atuendo sobrio y elegante que recibió aplausos desde el primer instante.

Antes del saque inicial, se vivió un momento emotivo. Los compañeros de Rosaleda Información y La Tribuna del Pozuelo quisieron rendir homenaje a los dos entrenadores por su pasado malaguista: a Bravo, con una fotografía inédita de un gol captado desde la grada ante el Albacete Balompié; y a Francis García, rememorando su debut en el Málaga CF en 1994, cuando llegó desde el propio Decano y formó parte de aquella plantilla que ascendió desde Tercera División.

Francis García apostó de inicio por Padilla, Juanan, Yago, Ferrete, Andy, Óscar, Tomé, Oliva, Raúl Sánchez y Jarauta. El choque comenzó eléctrico, con un Atlético Malagueño vertical y dominante, mientras que el Alhaurino se mostraba sólido atrás y con las ideas claras en salida de balón.

Las dos primeras grandes ocasiones, sin embargo, fueron para los locales. Sergio Oliva dispuso de un mano a mano ante el portero y, poco después, Jarauta estuvo a punto de convertir tras el enésimo servicio medido de Raúl Sánchez, provocando el “uy” en una grada que ya se ilusionaba. La respuesta visitante fue inmediata: dos disparos a la madera que encendieron las alarmas, pero no cambiaron el marcador.

Quien sí lo hizo fue Adrián Ferrete, protagonista de una jugada que levantó al público. Tras un impecable trabajo defensivo, se lanzó al ataque por la banda izquierda y fue derribado dentro del área. El colegiado no dudó y señaló el punto de penalti. Tomé, canterano malaguista hasta su etapa juvenil, tomó la responsabilidad y ejecutó con maestría para hacer el 1-0, celebrándolo con rabia ante el equipo que le vio crecer futbolísticamente.

El gol espoleó al Alhaurino, que empezó a creer más en sus posibilidades. El Malagueño lo intentó con insistencia, pero la defensa azulilla mostró un rigor táctico que desactivó cualquier intento de penetración.

En el descanso, el estadio rindió un merecido homenaje a Miguel, el histórico taquillero del Miguel Fijones y colaborador incansable del club durante décadas, recibiendo una calurosa ovación y un merecido pasillo de honor por toda la plantilla del Decano.

En la segunda mitad fueron entrando poco a poco Juan Galisteo, Zalea, Berguillo, López, Lupi, Andrei, Manu Sánchez, Largo y, en el tramo final, Ivi. Con ellos, el Decano imprimió un ritmo alto desde la reanudación, sorprendiendo a un Malagueño que tardó en reajustarse. Varias ocasiones claras pudieron ampliar la ventaja, pero el marcador permaneció inamovible.

El Alhaurino supo leer el partido a la perfección, administrando los tiempos, alargando las posesiones y desesperando a un rival que apenas inquietó a Galisteo, salvo en una intervención espectacular que levantó los aplausos de la grada en la recta final.

Con el pitido final, la alegría se desató en el Miguel Fijones. El capitán Víctor Rueda, lesionado y ausente sobre el césped, fue el encargado de recibir de manos de la Hermandad de la Virgen de Gracia el trofeo que acredita al CD Alhaurino como campeón de esta XXXII edición.

El público, entregado, premió con una ovación cerrada el esfuerzo de sus jugadores y el trabajo de un cuerpo técnico que empieza a recoger frutos. La noche dejó claro que este Alhaurino tiene identidad, hambre y capacidad para soñar.